"Apreciación" es una palabra que, en el arte en general, se entiende como "una forma de valuar" una cosa, es decir, de conciderarla como algo "valioso" o algo "importante"... El "apreciar" el arte implica, entonces, tener en concideración una cosa por su "valía" o "importancia" que, en terminos muy concretos, tiene que ver con el "placer", ya sea en sentido general o particular. Esto es un hecho, pues nadie puede apreciar una cosa si no hay de pormedio lo placentero. Entonces cuando uno siente placer por algo se sigue que eso que la produce será motivo de "apreciación", de lo contrario o de no ser así resulta su opuesto. Uno "aprecia" un cuadro, una escultura o una obra musical, en tanto estos me producen placer. El objeto de arte, independientemente de la "técnica" con la cual fue producida, es en su "acabamiento" lo que ha de influir en mis sentidos para producir en mi el placer. Entonces cuando uno va a una "exposición" de arte pictórico o escultórico lo que se muestra ahí son objetos "acabados" que, en principio, buscan como finalidad el "ser apreciados". Lo mismo sucede en un concierto o una presentación de danza o teatro... Si bien es cierto que el objeto de arte busca la perfección o, en sentido moderno, la máxima expresión, ello corresponde al artísta, al creador. Para ello debe recurrir a un sin fin de "posibilidades" técnicas: tanto en recursos como en ideas... Solo el que es creador puede ser crítico de sí mismo en su obra, porque solo él "sabe", solo él "comprende", la finalidad de su creación... El artista busca que su objeto de arte sea "apreciado"... Porque el "juicio de apreciación" solo es posible en el otro que lo contempla y que le ha de producir placer... Lo cual debemos conciderar que si un objeto de arte, cualesquiera, produce, en la singularidad o generalidad, un sentimineto placentero que perdure en el tiempo, entonces es claro que se trata de un objeto "apreciado", porque es importante, porque es valioso para uno que lo "goza"...
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